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"Dame pruebas, de que en Cuba se violan los derechos humanos. Pruebas pruebas" dijo Ana Hurtado. Por Luis Rodríguez Pérez en FB.

Luis Rodríguez Pérez en Facebook el 12 de diciembre de 2025:

Luis Rodríguez Pérez

Ana Hurtado, no es mujer, ni es española; es una máscara, la cáscara que recubre al asco. Ella dijo con sonrisa apátrida: "dame pruebas, de que en Cuba se violan los derechos humanos. ##Pruebas pruebas". Así dijo, desde su cómodo matrimonio con el general. Ana, no me iré por lo económico, aunque sé que tú, al amanecer, y sin aún abrir los ojos, jamás te has preguntado lo que se preguntan todas las madres cubanas: ¿cómo le explico a mi cuerpo, que tiene que resistir? Despreciable Ana, nos anularon; dispusieron que, Patria, es según piensan ellos; que, Libertad, es su trillo impuesto, sus "muros de Berlín" ¡que estamos condenados a nuestras almas en harapos, porque es malo el Imperio! que nos defienden tanto, hasta hacernos morir.
 
El 11 de Julio, todos los detenidos fueron golpeados, todos los juicios fueron a puertas cerradas, todas las sentencias fueron arbitrarias ¡fué una orden: el escarmiento! no fueron injusticias aisladas.
A Jorge Perdomo, el hermano fuerte, lo agarraron entre tres o cuatro guardias y le decían, "no mires, no vayas a mirar", mientras golpeaban a Nadir, su hermano enfermo. Los conocí a los dos ¡Qué inteligencia, qué nobleza, cuánta dignidad!
 
El día 12 del mismo mes, cuando el auto particular del jefe de la policía y tres motos rodearon a Angélica y a María Cristina, esta última se detuvo tranquila y estiró sus brazos para que la esposaran ¡Dos atentados, dictó el tribunal, y siete años de privación de libertad! María Cristina Garrido es la única presa del 11J que no ha recibido ningún beneficio penitenciario. Y las guardias se lo dicen: "no es culpa de nosotros, es la Seguridad del Estado que no deja".

A Lisandra Góngora se le acusó de romper la vidriera de dos tiendas ¡dos tiendas separadas por varias cuadras de distancia, y una sola piedra (milagroso bumerang)! Personalmente fuí a Güira de Melena. Lisi, desde su prisión en la Isla de la Juventud, me contó sobre las amenazas de la Seguridad del Estado: "que después de cumplir sus 14 años, tenía que permanecer presa hasta pagar con días, lo que debía por cada centavo". Me llegué a las dos tiendas ¡Nadie sabía de roturas y deudas! Después de esperar horas, por fin la Empresa envió dos papelitos. Total a pagar: ¡Sesenta y tantos pesos con algunos centavos, por daños a la propiedad Estatal!

Yo, trabajaba en la Librería del pueblo; era su administrador y su dependiente. Cuando metieron presa a las Garridos, le dije a mi jefe provincial:
- Mira, es seguro que te van a mandar a que me botes.
- Eso no es así -me contestó con vehemencia- eso es una violación!
- Tú, tranquilo. En menos de un mes, éso sucederá -le respondí.
Y, por supuesto, sucedió.
Y tengo prohibido salir de mi pueblo. Y me citan siempre. Y que si no puedo escribir. Que si el Partido Republicano de Cuba es terrorista. Que le dicen al chófer del auto que nos lleva a la visita, que me cobre duro. Que me sacan del auto que alquilo y me revisan hasta los dientes; al auto le quitan las alfombras, los asientos, hasta el forro de las puertas. Qué me acusan de ser "banquero de la Bolita" ¡yo, sin un puto peso! sólo, porque el que viajaba conmigo (él, no yo) tenía una libreta en blanco, pero que en la última hoja estaba escrito el nombre de una mujer.
 
- No es "ético" decirlo, Pero tú sabes que nosotros hacemos lo que nos da la gana ¡la ley somos nosotros! y te podemos, fácilmente, meter preso -me dijo, uno de ellos. Una vez, esposado a las espaldas, me llevaron a un rincón, y me golpearon el estómago repetidas veces. Yo, saltaba un poco y resoplaba, para amortiguar en algo los ganchos - "ahí viene el otro" -recuerdo que me decía para mis adentros, cuando veía el brazo del policía coger impulso. Un mes estuve sin sensibilidad en las manos, por el tiempo que estuve y lo apretado de las esposas.

66 días estuvo Angélica en un agujero, cuando lo permitido por la ley es 12 días ¡Un agujero! Tales fueron mis denuncias, mientras y después, que clausuraron esa celda de castigo. Cuando ella se infectó de COVID, la metieron en otra celda pequeña (el hospitalito de la prisión) ¡Cuatro días estuvo sóla, sin la visita de ningún personal médico! Entre desmayos y ese limbo de la inconsciencia, se preguntaba si estaba muerta. Al cuarto día la despertó el frío hocico de un perro ¡tres guardias y un perro, buscando drogas!

Basta. No existe espacio para contarlo todo, y me he callado lo más duro!! No genero pánico, sólo hago mi denuncia. Es muy probable que, después de Mari y en total violación a los derechos humanos, me toque a mí la prisión. Por eso, abrazo a mi madre muy fuerte, a mis nietos, ya saben: a veces no sabemos el valor de un momento, hasta que es un recuerdo. Y parece muy triste, es el precio. 

Hago mía, las palabras del apóstol Pablo:
"... en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero..."

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